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“Un aldeano que toma el gusto a los ochavos y sueña con trocarlos en plata, para convertir después la plata en oro, es la bestia más innoble que puede imaginarse; porque tiene todas las malicias y sutilezas del hombre y una sequedad de sentimientos que espanta… Contando por los dedos, es capaz de reducir a números todo el orden moral, y la conciencia y el alma toda.” (Galdós. “La familia de piedra”, capítulo IV de MARIANELA.)
Hola, igual me equivoco... pero en sus inicios el patronato eran oficinas; posteriormente crearon las escuelas nacionales. Yo -particularmente- aprendí a leer, dibujar, escribir, a bordar, punto de cruz, ganchillo... Qué cómo fue esto posible; aparte de lo que aprendí anteriormente, aprendí a tener miedo a: algunos maestros -al director y su mujer... por ejemplo-; al tener que ir a la escuela; los castigos; la violencia de los demás críos, y el miedo que me hicieron coger a la aritmética y matemáticas... en estas clases, yo hacia viajes astrales para vitar la realidad. Para mi, fue un alivio "huir" de esta escuela y descubrir a los HH. MM. en aquel viejo comedor de y aulario de la Vasco -frente a la entrada de la fábrica-. fue maravilloso, incluso aquellos compañeros de escuela habían cambiado su forma de ser. Lo que no pude cambiar fue mi cojera y falta de base en las matemáticas... lo que acabó arruinando mis estudios. Tomé otra deriva de formación, aprendí a recuperar mi tiempo con las mates, y seguí formándome cuando ya me había dado por vencido... quizás fue el madurar -hacerme mayor- y perder ese miedo.
ResponderEliminarSin embargo; siempre recuerdo y recordaré aquellos malos años y el suplicio que pasé en aquella escuela.
Gracias por esas fotos. En la grande estoy y estamos los del 55.
También he de decir que: ahí encontré los mejores amigos que aún están ahí... y que muchísimos salidos de esa escuela, alcanzaron grandes metas en los estudios: carreras y maestros industriales.
Saludos.
Muchas gracias por compartir tus opiniones y experiencias.
EliminarNunca sabemos si recordar es tarea conveniente; sin embargo, las cosas están ahí para ser comprendidas, o al menos intentarlo.
Un cordial saludo.