Los textos
que a continuación expongo fueron publicados por don Feliciano en el grupo
de Facebook del que fui administrador, durante los meses de junio y julio de
2019. Con buena parte de las cosas que dice no estoy de acuerdo; por lo que presento mi versión de los hechos en "DESPEDIDA Y CIERRE".
SU RELATO:
MIS RECUERDOS (ALGUNOS) DE SANTA LUCÍA
50
años después
A
pesar del abrupto final, mis tres años pasados en Santa Lucía entre 1967 y 1970
los recuerdo con mucho agrado. Eran años complicados, convulsos, con el
franquismo aún en pleno vigor. La lucha por conquistar la libertad, de
expresión, de reunión, era uno de los principales objetivos. Aunque mi trabajo
principal estaba centrado, como profesor y director, en el Colegio masculino
“Santa Bárbara”, participaba también juntamente con los curas del entorno en
otras actividades de carácter social.
Fui llamado a Santa Lucía en septiembre de 1967
para echar a andar un nuevo colegio, en este caso masculino, que bajo el
patronazgo de la Hullera Vasco Leonesa iba a comenzar a funcionar. Existía ya
en la localidad un colegio femenino “Nuestra Señora del Camino”, dirigido por
Hermanas Carmelitas Misioneras.
Comenzamos las clases en unos locales
provisionales, antiguo comedor y Escuela de Aprendices de la Empresa, en
condiciones, como se puede suponer, bastante precarias. El primer año, curso
1967-1968, se impartieron solamente los tres primeros cursos del Grado
Elemental, con 102 alumnos; el curso 1º se dividió en dos grupos, con 36 y 30
alumnos. En los dos cursos siguientes se impartió ya el Bachillerato Elemental
completo. Aumentó también el número de alumnos: 120 en el curso 68-69 y 135 en el
69-70.
Aunque el Colegio inició su actividad en
septiembre de 1967, la constitución oficial como tal no llegó hasta junio del
año siguiente. En el BOE de 26 de junio de 1968 se publica la “Orden de 4 de
mayo de 1968 por la que se clasifica al Colegio de Enseñanza Media masculino
“Santa Bárbara”, de Santa Lucía de Gordón (León), en la categoría de Autorizado
de Grado Elemental”.
La categoría de Autorizado significaba que el
Colegio no tenía plena autonomía académica, dependiendo jerárquicamente de un
Instituto de Enseñanza Media, en nuestro caso, el “Padre Isla” de León. Los
exámenes finales eran redactados, corregidos y puntuados por un grupo de
profesores del Instituto Padre Isla que se desplazaban con esa finalidad a
Santa Lucía. Para mí, esta era una situación incómoda y dolorosa. La actividad
realizada durante el curso no contaba; sólo se tenía en cuenta el examen final.
Había examinadores que admitían alguna observación por parte quienes
impartíamos las clases durante el curso; para otros, su dictamen era
inapelable.
Al ser un centro pequeño, era relativamente
fácil crear un ambiente familiar, distendido, acogedor, sin olvidar la
exigencia del esfuerzo personal. Pienso que, efectivamente, conseguimos ese
objetivo. Desarrollar el pensamiento crítico de los alumnos en aquel
autoritario contexto social, su autoestima, su curiosidad por el saber, su
sentido de la solidaridad, el respeto a los demás… eran valores que
intentábamos transmitir y vivir.
Muy importante fue la ayuda que generosamente
nos prestó en la puesta en marcha y desarrollo del Colegio la Comunidad de
Religiosas de Santa Lucía. Para completar horarios, dos de ellas impartieron
gratuitamente algunas clases en nuestro Centro. Pusieron a nuestra disposición,
cuando lo necesitamos, su salón de actos y su multicopista ciclostil con la que
imprimíamos nuestras publicaciones.
Publicamos una revista, “Chavales”, impresa a
ciclostil, que, pienso, contribuyó a crear el clima al que antes aludí. Servía
también de enlace entre el Centro y las familias. El teatro fue otra de las
actividades a la que se dio especial relevancia. Además de breves
escenificaciones, se representaron dos obras de más larga duración: “El cartero
del rey”, de Rabindranath Tagore, (19 de marzo de 1969), y “El raterillo”, de
Lauro Olmo y Pilar Enciso, (11 de abril de 1970). Otra actividad señalada fue
la excursión que hicimos a Galicia los días 28, 29 y 30 de julio de 1970, con
pernoctaciones en Tuy y Santiago de Compostela, excursión de la que tenemos un
buen repertorio fotográfico. Eran también frecuentes las actividades
deportivas.
Al director, en aquellos años, de la Sociedad
Hullera Vasco-Leonesa, don Emilio del Valle Menéndez, presidente del Patronato
del que dependía el Colegio, no parecía gustarle mucho el rumbo que estaba tomando
el Centro, rumbo opuesto, en su opinión, a las directrices de la Empresa. Al
comenzar el curso 1969-70, don Emilio me llamó a su despacho para decirme que
había que sustituir al director espiritual del Colegio, don Eladio Fernández
Martínez, por un sacerdote salesiano de La Robla. Me opuse a ello y dio marcha
atrás en su decisión, pero esta falta de acatamiento por mi parte, a lo que don
Emilio no estaba acostumbrado, contribuyó al principio del fin de mi estancia
en Santa Lucía al frente del Centro escolar.
Efectivamente, unas semanas antes del comienzo
del curso 1970-71, dispuestos ya a inaugurar el nuevo edificio, se me comunica
que quedo despedido y que la dirección del Colegio pasará a manos de los
Hermanos Maristas. Siendo todavía oficialmente director, convoco una asamblea
de padres de alumnos para explicar la situación y, mediante la presencia de un
numeroso grupo de guardias civiles, bien pertrechados con sus armas, que
impedían el paso, se nos impide la entrada a los locales del Centro. Ante ello,
la asamblea se celebró en la iglesia parroquial. El despido fue declarado
improcedente. Con una pequeña indemnización y la conciencia de haber vivido
tres intensos años de trabajo ilusionado, me fui de Santa Lucía.
PREPARANDO EL DESPIDO
Rumores
Durante
el verano de 1970, probablemente desde bastante antes, se estaba gestando por
parte de la Hullera Vasco Leonesa un cambio en la dirección del colegio. El
párroco de Santa Lucía no pudo ser trasladado, como se había pretendido unos
meses antes, pero sí podía serlo el director del colegio, un trabajador al fin
y al cabo de la Empresa, que también estaba resultando persona “non grata”.
Para preparar el terreno, era conveniente
difundir por la zona ciertos interesados rumores. El director, si no estoy
equivocado, gozaba de una alta estima entre los alumnos y sus familias, y eso
suponía una dificultad a la hora de justificar el cambio.
Excesiva permisividad en el colegio, falta de
disciplina, bajo rendimiento escolar de los alumnos, insuficiente preparación
pedagógica por parte del director, dudas sobre la idoneidad de su titulación
académica, demagogia en clase con incursiones de carácter político …; otro rojo
más. Estos eran, básicamente, los rumores propalados.
El caldo estaba preparado.
En la imagen, copia de mi carné de colegiado en
el Colegio Oficial de Doctores y Licenciados de León.
Despido de manera verbal
El
26 de agosto de 1970 don Emilio del Valle me llama a su despacho para
comunicarme, de forma verbal, mi despido, a partir del 1 de octubre, como
director y profesor del Colegio Santa Bárbara.
Eso sí, tuvo la gentileza de comunicármelo
personalmente, gesto que agradezco.
Como era mi costumbre, me pareció necesario
transmitir esta decisión a las familias de los alumnos.
Lo hice a través de esta carta:
COLEGIO MASCULINO ENSEÑANZA MEDIA
“Santa Bárbara”
SANTA LUCÍA DE GORDÓN
31 – Agosto- 1970
Carta del director a los
padres de nuestros alumnos
Queridos
amigos:
Siempre he pensado ―y se ha repetido en varias
reuniones― que la parte que corresponde a los padres de alumnos en la marcha
del colegio es fundamental. Me parece, pues, un deber por mi parte informarles
con detalle de los últimos acontecimientos relativos a nuestro colegio.
El pasado miércoles, día 26 de agosto, fu
llamado urgentemente al despacho de director de la S. A. Hullera Vasco Leonesa,
empresa de la que depende nuestro colegio. El motivo de esta llamada era
comunicarme el cese como director y profesor del colegio. Las causas de esta
decisión, según se me explicó, son las siguientes:
1ª. Haber rechazado, poco antes de comenzar el
curso pasado, el cambio de profesores de religión y director espiritual que la
Empresa me imponía. (Se pretendía eliminar del colegio a los sacerdotes del
contorno y poner en su lugar a los padres salesianos de La Robla)
2ª. Hablar mal de la S. A. Hullera Vasco
Leonesa.
3ª. Soliviantar a la gente y hacer demagogia en
clase.
4ª. Tener distintos criterios, en aspectos
fundamentales, de los que tiene la S. A. Hullera Vasco Leonesa.
Por todo lo cual, yo resultaba persona “non
grata” a la Sociedad, y, por consiguiente, quedaba, irrevocablemente,
despedido.
Ante mi asombro por una decisión tan próxima al
comienzo del nuevo curso, el director de la S. A. Hulera Vasco Leonesa me
contestó: “¡Usted no tiene contrato!”, como diciendo: es inútil que proteste,
no hay ley que le ampare.
Estos son los hechos cuya información creo
necesario transmitirles.
Atentamente les saluda,
Feliciano Martínez
Asambleas
Para
informar a los padres de los alumnos del proyectado cambio de dirección del
colegio se celebraron dos asambleas.
Una,
la primera, fue organizada por representantes de la Empresa, a la que se me
impidió entrar a pesar de seguir estando todavía al frente de la dirección del
colegio. “El director del centro tiene derecho a participar en una asamblea de
padres de alumnos, si así lo desea; sobre todo, si se trata de asuntos de
especial trascendencia”, les decía. Tras un áspero forcejeo a las puertas del
colegio de las monjas, donde se iba a celebrar la reunión, me fui, y la mayor
parte de los padres conmigo.
La otra asamblea, convocada por mí unos días
más tarde, fue prohibida por el gobernador civil. Como a pesar de todo yo
insistí en llevarla a cabo, un buen número de agentes de la Guardia Civil, bien
pertrechados con sus armas, se apostaron delante del colegio (en esta ocasión,
el de los chicos), impidiendo la entrada. En vista de ello, la asamblea se
realizó en la iglesia parroquial.
Los abajo firmantes, padres de alumnos del
Colegio Santa Bárbara de Santa Lucía de Gordón, manifiestan lo siguiente:
1º. Somos conscientes de ser los principales
responsables en todo lo que atañe a la educación de nuestros hijos por las
siguientes razones:
a) Por derecho natural reconocido por las
Naciones Unidas, por la doctrina de la Iglesia y por nuestra actual Ley de
Educación.
b) Porque pagamos en gran parte la educación de
nuestros hijos.
c) Por obligación de gratitud para quienes
comparten con nosotros las responsabilidades de la educación.
2º. Por todo lo cual, es nuestro deseo, claro y
tajante, que D. Feliciano Martínez Redondo, Director actual del Colegio Santa
Bárbara de Santa Lucía de Gordón, permanezca en su puesto de Director. Estamos
plenamente satisfechos de su labor educativa.
3º. Si existiera alguna razón que nosotros
desconozcamos queremos que sea expuesta ante nosotros y ante el interesado.
4º. Quisiéramos tener un diálogo abierto con la
Dirección de la Empresa para tratar de solucionar todos estos problemas
relativos a nuestro Colegio.
Santa Lucía de Gordón, a cuatro de septiembre
de 1970.
Firmas a favor de la
continuidad del director
El 4 de septiembre de 1970 los padres y madres
de los alumnos del Colegio presentaron varios pliegos de firmas pidiendo la
continuidad del director don Feliciano Martínez Redondo.
Por
temor a posibles represalias, en muchos casos fueron las madres y no los padres
las que firmaron.
Este
es el escrito y estas las firmas (en torno a 125 ―hay al menos una repetida―)
Despido por escrito
Tras
la comunicación del despido como director y profesor del Colegio realizada de
forma verbal el 26 de agosto, en carta enviada el 21 de septiembre se me
reitera la decisión, esta vez por escrito.
Se
afirma en la carta que a causa de los “graves acontecimientos de los últimos
días” los dirigentes de la Empresa han decidido que el despido se refiera no
sólo a la función de director, sino también a la de profesor. Cuando don Emilio
me comunicó verbalmente el despido, este despido abarcaba ya las dos funciones,
tal como digo en el escrito enviado a los padres de alumnos el 31 de agosto.
No
creo, por otra parte, que llegara yo en ninguna ocasión “al insulto y ofensa
pública contra los dirigentes y empleados” de la Empresa, como se afirma en la
carta. Tampoco considero que dichos acontecimientos fueran “nocivos y
escandalosos para los alumnos del centro”, aunque sí, tal vez, desconcertantes.
No conservo el original de esta carta. En la
imagen, copia de su texto y formato.
CARTA DE DESPIDO:
Santa Lucía, 21 de septiembre de 1970
Sr.
D. Feliciano Martínez Redondo
SANTA
LUCÍA – (León)
Muy señor nuestro:
Ratificamos
nuestra decisión de que, terminando el año escolar el próximo día 30 de los
corrientes, cese Vd. en el cargo de Director del Colegio Santa Bárbara, que ha
venido desempeñando, tal y como, verbalmente le fue comunicado el pasado 26 de
agosto, viéndonos obligados a decidir que este cese se refiera también a su
función como Profesor del citado centro, a partir del 1º de octubre, con lo que
quedan terminadas y resueltas todas las relaciones habidas entre Vd. y el
Colegio Santa Bárbara.-
Nos
ha impulsado a tomar esta determinación los graves acontecimientos sucedidos en
los últimos días de agosto y primeros de setiembre en que Vd. adoptó una
actitud y realizó una serie de actos en público que, a nuestro criterio, pueden
considerarse como gravemente nocivos y escandalosos para los alumnos del
centro, aparte de representar una intolerable deslealtad hacia la entidad
titular del Colegio, llegando al insulto y ofensa pública contra sus dirigentes
y empleados.
Atentamente,
Sentencia
El
14 de septiembre don Feliciano Martínez Redondo denuncia ante la Magistratura
de Trabajo su despido como profesor y director del Colegio. En sentencia
dictada el 8 de octubre de 1970, el Magistrado falla:
“Que,
estimando la demanda debo declarar y declaro improcedente el despido del actor
FELICIANO MARTÍNES REDONDO, condenando a la demandada S. A. HULLERA VASCO
LEONESA, a que, a su elección, lo readmita en su puesto de trabajo o le
indemnice con TREINTA MIL PESETAS, y a que en uno y otro caso le abone los
salarios devengados durante la sustanciación del procedimiento a partir del 1
de octubre”.
Autos: 967/70
En
León, a ocho de octubre de mil novecientos setenta.
Vistos
por el Ilmo. Sr. Magistrado de Trabajo Decano D. Francisco José Salamanca
Martín los presentes autos de juicio, seguidos ante esta Magistratura, entre
partes, de una y como denunciante FELICIANO MARTÍNEZ REDONDO, mayor de edad y
vecino de Santa Lucía, asistido aquel del Letrado D. Carlos Callejo de la
Puente; y de otra y como demandada S.A. HULLERA VASCO LEONESA, representada por
D. Ángel Castaño del Valle. Sobre despido, y RESULTANDO: Que, en 14 de
septiembre, el actor acudió a esta Magistratura en demanda en que hacía
constar: Que había trabajado para la demandada desde la fecha, con la categoría
y salario que indica en su demanda; que fue despedido el 26 de agosto de 1970;
y suplicaba sentencia por la que se condenara a la demandada a su readmisión,
declarando la nulidad del despido, y el abono de los salarios dejados de
percibir.
RESULTANDO:
Que, admitida la demanda, se señaló para la celebración del juicio el día 6 de
octubre; citadas las partes, tuvo lugar dicho acto en el que el actor ratificó
la demanda. La demandada se opuso a la demanda por entender que el actor
incurrió en causas justas de despido consignadas en la notificación escrita del
mismo; que esta empresa aun cuando es la titular de Colegio, nada tenía que ver
con la explotación de carbonos, que es a lo que se dedica; que los servicios
prestados por el actor en el Colegio no eran exclusivamente para el personal de
la empresa, sino que de acuerdo con el Ayuntamiento de Pola de Gordón, procedió
a la apertura de dicho Centro a la vez que se hacía una obra social en
beneficio de todo el vecindario de la comarca de Santa Lucía y pueblos próximos…
y solicitó sentencia absolutoria.
RESULTANDO:
Que recibido el juicio a prueba las partes hicieron uso de la documental,
testifical…; y en conclusión las partes insistieron en lo pedido.
RESULTANDO:
Hechos probados. Primero. El Ayuntamiento de Pola de Gordón propuso a la
demandada S. A. HULLERA VASCO LEONESA que con el fin de facilitar a la
población escolar de la Comarca un centro de instrucción y educación, se
hiciese cargo de la aportación económica precisa del Colegio Masculino de Enseñanza
Media Santa Bárbara -que ya venía funcionando- radicado en Santa Lucía, y
contando con la subvención del propio Ayuntamiento y de la agrupación de padres
de familia. Segundo. La demandada aceptó la invitación a que se hace
referencia en el número anterior. Tercero. El Colegio Masculino de
Enseñanza Media Santa Bárbara figura inscrito con número propio -el 24/ 29394-
en el Régimen General de la Seguridad Social. Cuarto. El actor Feliciano
Martínez Redondo fue nombrado director y profesor del Colegio Santa Bárbara el
1 de octubre de 1967, con la retribución total de 15.000 pts. Quinto. El
día 26 de agosto y de manera verbal, la demandada notificó verbalmente al actor
el despido del Colegio con efecto del uno de octubre, que luego lo confirmó por
escrito de 21 de septiembre de 1970. Sexto. El Colegio de Santa Bárbara tiene
menos de 50 productores a su servicio. Séptimo. No se ha acreditado la comisión
por el actor de faltas en el desempeño de su cometido, anteriores al 26 de
agosto -fecha del despido-. Octavo. La demandada le tiene abonados reconocidos
al actor salarios hasta el 3º de septiembre.
RESULTANDO:
Que en la tramitación de este juicio se han observado las formalidades legales
pertinentes.
CONSIDERANDO:
Que de conformidad con la declaración del hecho séptimo y lo expuesto en los
artºs. 102 y 103 del Decreto de 21 de abrilde1966, se estima la demanda,
declarando improcedente el despido del actor; condenando a la demandada a que,
a su elección, readmita al actor o le indemnice con treinta mil pesetas, y a
que, en uno y otro caso -artº. 104- le abone los salarios devengados durante la
sustanciación del procedimiento a partir del día 1 de octubre.
CONSIDERANDO:
Que en orden a la concesión a la demandada del derecho de opción que se indica
en el considerando anterior, está justificado por el principio de unidad de
empresa, que exige para su existencia la unidad económica, razón por la que no
puede estimarse que la demandada explotadora de minas de carbón con más de 50
productores a su servicio, forma con el Colegio Santa Bárbara una sola empresa,
ya que no se da la finalidad económica común, toda vez que ni el Colegio lo es
sólo para el personal productor de sus minas de carbón, ni se da la comunidad
de esfuerzos para objetivo común -que aquella unidad exige- y no bastando la
circunstancia de una titularidad común en la explotación de las minas y en la
explotación -mejor, gestión- del Colegio citado para que se dé la unidad de
empresa, y en su consecuencia y por tener el Colegio menos de cincuenta
productores a su servicio se le concede la opción a la demandada.
VISTOS
los preceptos citado, concordantes y de aplicación natural.
FALLO:
Que, estimando la demanda debo declarar y declaro improcedente el despido del
actor FELICIANO MARTÍNES REDONDO, condenando a la demandada S. A. HULLERA VASCO
LEONESA, a que, a su elección, lo readmita en su puesto de trabajo o le
indemnice con TREINTA MIL PESETAS, y a que en uno y otro caso le abone los
salarios devengados durante la sustanciación del procedimiento a partir del 1
de octubre.
Se
advierte a las partes que contra este fallo pueden interponer recurso de
suplicación en plazo de cinco días, previa consignación de las cantidades
objeto de condena incrementadas en el 20 por 100 y depósito de la suma de 250
pts., caso de ser recurrente la demandada.
Así
por esta mi sentencia, lo pronuncio, mando y firmo.
Con
relación a la actual polémica suscitada, yo pienso que es conveniente
establecer una clara separación ―la más clara posible― entre los hechos y las
valoraciones que se puedan realizar sobre ellos. Lo que yo he intentado hacer
en mi exposición sobre el final de estos tres años del colegio es relatar
hechos, sin los cuales la historia del centro quedaría incompleta: comunicación
verbal del despido del director, información a los padres de los alumnos,
asambleas celebradas, firmas presentadas y dos o tres hechos más que faltarían
por relatar. Naturalmente, por mucho que alguien se esfuerce en ofrecer una
versión imparcial de un acontecimiento es muy difícil que esta no quede
impregnada, aun sin quererlo, de alguna dosis de subjetividad.
En cuanto a la valoración de los hechos, cosa
que no pensaba tocar, haré una sola consideración. Los padres y madres de los
alumnos y los propios alumnos tienen, en mi opinión, un papel importante en la
gestión del centro donde estos realizan sus estudios. Deben ser tenidos en
cuenta a la hora de tomar decisiones de especial importancia. Una empresa, por
muy patrocinadora que sea del centro, tiene que saber escuchar. Las familias no
pueden ser ninguneadas. Por otra parte, durante esos tres años la financiación
del colegio provenía de tres fuentes distintas: cuotas de las familias,
aportación del Ayuntamiento de Pola y aportación de la Hullera Vasco Leonesa.
Creo recordar que la suma de las dos primeras aportaciones era superior a la
tercera.
(Estas sí que son apreciaciones
subjetivas, que, por supuesto, algunas personas pueden no compartir)
A
mi juicio ―en delicada situación, por ser parte especialmente interesada―, para
entender en su justa medida los acontecimientos relacionados con el despido del
director del Colegio Santa Bárbara de Santa Lucía de Gordón ocurridos en agosto
y septiembre de 1970, conviene tener en cuenta varios factores.
La
decisión unilateral de la Empresa de despedir al director del colegio sin tener
en cuenta la opinión de los padres y madres de los alumnos e incluso el sentir
de estos últimos no fue bien vista por las familias. Pensaban que tenían
derecho a opinar, a ser consultados; al fin y al cabo, ellos, los padres y
madres, eran los más interesados en proporcionar una buena educación a sus
hijos. Una vez más, la Empresa actuaba en defensa de sus propios intereses, no
de los intereses de la parte más directamente afectada. Algo parecido ocurrió
en el episodio del Patronato de Ciñera que nos contaba José María Alonso.
Las
familias de los alumnos valoraban positivamente la actuación del director del
centro. Si su opinión al respecto hubiera sido negativa o incluso indiferente,
nunca se hubieran atrevido a oponerse a la decisión de la Hullera, la que
mandaba en la zona y podía emprender represalias contra los disidentes.
No
le convenía a la Empresa una educación emancipadora, que despertara el
pensamiento crítico de los alumnos y de las familias; pensaban sus dirigentes
que esta línea de actuación era perjudicial para ella.
Para
finalizar y al margen de las consideraciones anteriores, quiero añadir que me
sumo al merecido reconocimiento que han tenido los colegios de Santa Lucía por
la gran labor educativa realizada a lo largo de toda su historia.
Tras este largo recorrido de viejos recuerdos, llega
el momento de la despedida.
Hemos
compartido fotos, documentos escritos, testimonios que nos han hecho revivir
aquellos lejanos tiempos de vuestra niñez y mi segunda juventud. Hemos
conseguido llenar un hueco que había quedado, en parte, traspapelado en la
memoria.
Espero
que aquellos tres cursos hayan dejado una huella positiva en vuestra vida, con
luces y sombras como suele ocurrir en estos casos, pero con claro predominio de
las primeras. Así ha sido también para mí. Fueron tres años que me marcaron
para el futuro, con nuevas experiencias y aprendizajes, con nuevas amistades
que me han acompañado a partir de entonces. Aunque apenado por la brusca
ruptura, me fui contento de Santa Lucía: he cumplido con mi deber, pensaba.
Agradezco
vuestra compañía y vuestras aportaciones durante estos nueve meses. Me ha
sorprendido gratamente el interés que habéis mostrado por revivir aquellas
nuestras andanzas, no sólo los antiguos alumnos sino también algunos otros,
chicas y chicos, que no lo fueron. Agradezco a Benjamín Fajardo la iniciativa
de abrir este grupo de Facebook para nuestra intercomunicación.
Estoy
escribiendo una breve historia de aquellos comienzos del Colegio, con inclusión
de todas las fotos publicadas. Será una edición exclusivamente digital. Si
alguien estuviera interesado o interesada en ella, puede contactar conmigo y
con sumo gusto se la envío. Este es mi correo electrónico refelmarez@gmail.com. Os dejo también aquí mi número de teléfono:
666 862 332. Quedo a vuestra disposición.
Chicas
y chicos, os deseo mucha salud y mucha suerte.
Un
fuerte abrazo.
CAMBIO DE PLANES
Cuando,
a propuesta de Benjamín, decidimos él y yo poner en marcha este grupo, lo
planificamos con carácter temporal. Sus objetivos eran: reencontrarnos con los
antiguos compañeros después de tantos años, recordar entre todos aquellos tres
primeros años del Colegio Santa Bárbara y celebrar un encuentro personal en
mayo o junio, lo más numeroso posible, en Santa Lucía. Cumplidos estos
objetivos (bueno, alguno resultó fallido), el grupo se cerraría.
Este era el plan, y de ahí el escrito de
despedida que publiqué hace unos días. Pero los planes no siempre son
"dogmas de fe"; algunos, al menos, se pueden cambiar sobre la marcha,
si así lo pide la mayoría, sin que exista contradicción alguna. Si hay personas
dispuestas a continuar con el grupo porque lo consideran interesante, ¿por qué
no hacerlo?
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