domingo, 25 de agosto de 2019

Despedida y cierre


       “Hechos… Dadme realidades, y únicamente hechos. Antes que inútiles teorías, enseñad pruebas a la juventud. No plantéis más que esta semilla y suprimid las demás. Tan sólo con el auxilio de los hechos se forma el animal racional: lo restante, nunca le será útil.” (Tiempos difíciles, de Dickens)



*    HECHOS
       ¿Son hechos unos papeles ocultados en la cámara oscura durante medio siglo, y que ahora reaparecen con olor a naftalina? El abandono a su suerte de don Eladio cuando fue separado del puesto de director espiritual es un hecho sin explicar; también las estrategias de agitación. ¿Firmaron los profesores? Tenemos ante nosotros un relato cuya única pretensión es que lo negro sea blanco, y lo blanco, negro.
      
       Reseñar que la narración de don Feliciano arrastra contradicciones y verdades a medias. ¿Cuántas? Pongo un ejemplo: si retiran de su cargo en octubre de 1969 a don Eladio, ¿por qué no se solidariza y dimite? Por otro lado, conocer únicamente la versión de una parte (don Emilio no puede hablar) es lo que menos conviene a la hora de traer luz al ya turbio presente. Y añado un dato en torno a las firmas de apoyo: fueron obtenidas casa por casa, invadiendo la intimidad de los hogares. Recuerdo muy bien aquel verano del 70 en que visitó a mis padres el cura de Vega. Me pregunté siempre la razón de aquella visita: ya tengo la respuesta. En cambio, no la tengo para explicar el silencio del equipo docente.



       Hecho relevante. “Al comenzar el curso 1969-70, don Emilio me llamó a su despacho para decirme que había que sustituir al director espiritual del Colegio, don Eladio Fernández Martínez, por un sacerdote salesiano de La Robla. Me opuse a ello y dio marcha atrás en su decisión, pero esta falta de acatamiento por mi parte, a lo que don Emilio no estaba acostumbrado, contribuyó al principio del fin de mi estancia en Santa Lucía al frente del Centro escolar” (don Feliciano)… “En septiembre pasado (1969) vimos con extrañeza que D. Eladio era inexplicablemente apartado de toda labor en los colegios. Sabemos que nuestros hijos estaban muy contentos con sus clases. Supuestas estas razones, creemos que D. Eladio debe permanecer como sacerdote entre nosotros” (Junta Vecinal)…
       Si don Emilio dio marcha atrás en su decisión, ¿por qué la Junta Vecinal dice que Don Eladio fue apartado de toda labor en los colegios en septiembre de 1969?

       Como no digiero apreciaciones subjetivas (ni de las otras) sin una previa elaboración de lo que fue aquel trienio ¿liberal?, veamos algunos puntos:
       -“Pensaban que tenían derecho a opinar, a ser consultados”, dice refiriéndose a los padres de los alumnos. Juro que no lo entiendo. Me cuesta imaginar que alguien sepa lo que piensan los prójimos, y menos, los progenitores. Yo, que pasé muchas horas intensas junto a los míos, nunca supe lo que pensaban. Con las arrugas he podido deducir algo; no mucho. En fin. Pero todos intuimos lo que pensaban los papás de los sesenta: cualquier cosa menos que les pidieran opinión. Ellos querían un futuro mejor para sus hijos. ¿Cómo? Protestando no, desde luego.
       -“La Empresa actuaba en defensa de sus propios intereses”. Si fuera como dice, la vocación social del principal rector de la HVL no habría existido:
       "Desde que D. Emilio del Valle se enfrenta y se incorpora al mundo del trabajo, predomina en él un sentimiento de solidaridad, de auténtica caridad social y cristiana para con sus compañeros de tarea. Sus trabajadores no son apéndices de un complejo industrial, sino porciones vivas de una gran familia, implicadas en la propia prosperidad, que es consecuentemente la de la Empresa. D. Emilio sabe que el obrero es ese ser portador de valores eternos al que no se le puede marginar del cuadro general de beneficios sociales a que la industria da lugar. D. Emilio no es un empresario que trabaja, que se afana, que se sacrifica por la simple ganancia, sino por la creación; y conoce que no hay creación, que no hay obra bien hecha, sin la alegría de cuantos contribuyen a su ejecución.
       “Y, convencido de esto, levanta escuelas, viviendas, salas de recreo, campos de deportes; construye hospitales, Escuelas Profesionales, dispositivos de prevención, de seguridad y de higiene. Y en las proporciones asombrosas que le permite su capacidad humana, construye en La Robla, en Santa Lucía, en Ciñera, el más grandioso y también el más positivo tinglado social."
(Página 6 de H6201.pdf )
       -“Las familias de los alumnos valoraban positivamente la actuación del director del centro”. Lo dice como si hubiera realizado encuestas entre las mismas. Posiblemente, la mayoría desconociera el nombre del director.
       -“No le convenía a la Empresa una educación emancipadora, que despertara el pensamiento crítico de los alumnos y de las familias”. Esto parece de los más rousoniano; de Rousseau, un gran amante de la infancia, cuya principal filantropía era deshacerse de sus vástagos por el método del torno... ¿Insinúa que a la sombra de la Peña el Castro existía un nuevo Summerhill? (…)



       Para qué más vueltas. El colegio era de la empresa y podía colocar en la dirección a quien le diera la gana. Y si nadie protestó el modo arbitrario a la hora de nombrar director, no veo razonable tanto jaleo cuando se aplica el mismo criterio para destituirlo. No es de recibo que, tras medio siglo, se intente deslegitimar una decisión (acertada) en base a derechos inexistentes. Otra cosa hubiera sido acceder al puesto mediante concurso; pero no fue así: (a propuesta de don Eladio) fue llamado a Santa Lucía en septiembre de 1967 para echar a andar un nuevo colegio. Además, perder un trabajo no es tan grave: buscamos otro; y a veces, no hay mal que por bien no venga.
       Sin entrar en valoraciones sobre personas, eso jamás, creo que la vida, suficientemente difícil para todos y cada uno de los mortales, no deberíamos complicarla mirando por el retrovisor con el puño apretado.

       “Lector, sujétate a los hechos” (Dickens).





*    DESPEDIDA Y CIERRE

       El 11 de septiembre de 2018 abrí un grupo en Facebook; su nombre: ANTIGUOS ALUMNOS DEL COLEGIO SANTA BÁRBARA, SANTA LUCÍA DE GORDÓN (1967-1970). Esta iniciativa, pequeña historia de nueve meses (y medio), dio a luz la recuperación de muchos instantes perdidos; sin embargo, tuvo un abrupto final, parecido al del colegio en 1970. Contaré mi parecer al respecto, tratando de seguir la secuencia de una revuelta diminuta, reflejo de un estilo en la resolución de conflictos.

       Esta fue mi publicación cuando ya el vino agriaba:
       SIN FAVOR
       Reconozco mi yerro: remar contra corriente no es otra cosa que hablar por hablar. Ya no remaré río arriba; ya no retorceré raíces en el farragoso ruedo de los microclimas en prosa. Me rindo. Barro, tierra, lar de mi renqueante pensar: ¡Abur!
      Una fotografía me trajo a un viaje cuya trayectoria queda incompleta. Sin embargo no ha sido estéril; bien mirado, ha merecido la pena. Hemos conseguido situar en el mapa un proyecto educativo desconocido para muchos, y hemos repensado historias de hace medio siglo. Arrancando un día y otro de las garras del olvido, y recuperando fragmentos de una infancia dormida para siempre allá, entre grietas de viejas casas, junto a hormigas y arañas, hemos enterrado la ignorancia. Nunca jamás añoraremos aquellos años. Esta pequeña odisea, cuyo periplo ha consistido en fósiles gráficos, desencuentros ideológicos y lóbrego carbón, llega (por fin) a Finisterre. Lo raro hubiera sido no fracasar: un "ritorno" en busca del charco perdido es siempre un canto de sirena. En el zaquizamí de otoño, sobre una galera de ceros y unos, hemos alimentado esa noria interior que nos alivia la sed.
       Todo se ha desarrollado sin excesivos problemas; aunque volver, reflotar lo que duerme sedimentado en el fondo del mar Muerto sea imposible. Comprendo las peleas dialécticas y también comprendo que alguien haya perdido las buenas formas dedicándome palabras (y gestos) con intención de ofender (intento que murió, sin alma, diluido en un océano de indiferencia). Y en esto llegaron los "traviatos" de la política, ingenieros del "lento suicidio de un pueblo que, engañado por garrulos sofistas, hace espantosa liquidación de su pasado, escarnece a cada momento las sombras de sus progenitores y reniega de cuantos en la Historia lo hicieron grande” (Menéndez Pelayo).
       A Dios gracias, todas las heridas terminan cerrándose. Quiero agradeceros vuestro concurso y presencia, y pediros un reconocimiento especial para Don Feliciano por las entrañables fotografías compartidas. Queda este lugar de Facebook abierto mientras nuestro director del SANTA BÁRBARA (1967-1970) lo considere necesario. Sólo decir que mi tarea de administrador ha sido una experiencia interesante.
       Como final, un tierno abrazo a un ayer cargado de cosas de guajes, del pueblo y sus montañas; cosas que llenaban estómago y vaciaban corazón. Y un adiós galdosiano a un deseo:
       Retumbó el fracaso en el silencio de un insólito grupo; el reencuentro, dando tumbos en un evento vacío, cayó de cabeza en el olvido y rodó seco hacia el abismo, sin que su aliento durase más que los segundos necesarios para decir: “Pues… sí… sin favor”.

       Recupero estas palabras: Queda este lugar de Facebook abierto mientras nuestro director del SANTA BÁRBARA (1967-1970) lo considere necesario. Las escribí pensando que debía ser él quien pusiera el broche de oro. Pero no fue así: de manera inesperada inició un interminable final de trayecto. Armado de paciencia, pues se trataba de reiteraciones y malestar bilioso, guardé silencio. Hasta que llegó el folletín nº 4 (Firmas a favor de la continuidad del director) y ya no pude candar mi boca. Ver la firma de mi pobre madre, fallecida el pasado noviembre; ver que, tras diez lustros, era recuperada junto a otras para demostrar sabe Dios qué, me sacó de quicio y salté:
    Ya me había puesto a un lado (que no de lado) pero héteme aquí de nuevo. Esperaba desde mi retiro la orden para cerrar el grupo, según acuerdo fundacional; sin embargo, parece que aun muerto se resiste a que lo entierren. Seamos cuerdos: no da más de sí la cosa. No entiendo qué sentido tiene insistir sobre lo mismo una y otra vez; no entiendo qué sentido tiene abrir heridas y dejar que hablen. Por tanto, anuncio el cierre para el próximo 1 de julio. Muchas gracias.
       Añadiendo algunos comentarios según iban brotando las réplicas:
       En el principio de nuestro grupo existía el compromiso y el compromiso estaba con nosotros y el compromiso éramos nosotros. Todo se hizo por él y sin él no tiene sentido alimentar el país de las maravillas. “ El encuentro físico podría celebrarse en mayo o junio del próximo año, con tiempo suficiente para prepararlo… Tras el encuentro, cumplido el principal propósito, el Grupo como tal quedaría disuelto” (don Feliciano). Esta fue nuestra palabra.
       Entiendo que no corren tiempos para la responsabilidad. Jugamos “con” el balón pero no “al” balón; amamos un mundo feliz en cuyo seno las reglas sean “al gusto”; creemos tener derecho a cambiar los compromisos en función de las hormonas. No. Radicalmente no”.
       Daba por terminado el último capítulo de una historia vieja (1967-1970), diez lustros dormida en un cajón de sastre.

       ¿POR QUÉ NO? Quedaba en la recámara un inesperado CAMBIO DE PLANES. Fue la última publicación de don Feliciano:
       Cuando, a propuesta de Benjamín, decidimos él y yo poner en marcha este grupo, lo planificamos con carácter temporal. Sus objetivos eran: reencontrarnos con los antiguos compañeros después de tantos años, recordar entre todos aquellos tres primeros años del Colegio Santa Bárbara y celebrar un encuentro personal en mayo o junio, lo más numeroso posible, en Santa Lucía. Cumplidos estos objetivos (bueno, alguno resultó fallido), el grupo se cerraría.
       Este era el plan, y de ahí el escrito de despedida que publiqué hace unos días. Pero los planes no siempre son "dogmas de fe"; algunos, al menos, se pueden cambiar sobre la marcha, si así lo pide la mayoría, sin que exista contradicción alguna. Si hay personas dispuestas a continuar con el grupo porque lo consideran interesante, ¿por qué no hacerlo?

       POR QUÉ NO PUEDE:
       Olvida don Feliciano que mudar no es seguro de acertar. Olvida don Feliciano que mi propuesta de abrir un grupo no le gustaba, cosa que no menciona. Olvida don Feliciano que puede, si así lo desea, organizar un nuevo espacio en Facebook para su vieja corte. Olvida don Feliciano que no estoy dispuesto a regalar una iniciativa de mi cosecha para un trajín contaminante.
       Y con este olvida final, el domingo 1 de julio de 2019, sellé la puerta.


*    POSTILLA
       En un artículo de La Nueva Crónica leí esto: “Feliciano Martínez Redondo, director del Colegio de la Hullera en Santa Lucía hasta que lo removiera la empresa, estrechamente ligado a Eladio”, cuya frase última despierta mi curiosidad. Por lo siguiente: (a propuesta de don Eladio) “fui llamado a Santa Lucía en septiembre de 1967 para echar a andar un nuevo colegio” (el entrecomillado pertenece a una publicación de nuestro viejo director). Eladio Fernández Martínez propone a don Emilio, como director, a Feliciano Martínez Redondo. Martínez es un apellido muy común; pero, no puedo evitar la pregunta: ¿Cómo de próxima era la relación? ¿Parientes?


      Y como decía mi viejo amigo de la infancia, Porky-Porky Pig,
      "Esto es todo, amigos"







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