“Hechos… Dadme realidades, y
únicamente hechos. Antes que inútiles teorías, enseñad pruebas a la juventud.
No plantéis más que esta semilla y suprimid las demás. Tan sólo con el auxilio
de los hechos se forma el animal racional: lo restante, nunca le será útil.” (Tiempos
difíciles, de Dickens)
HECHOS
¿Son
hechos unos papeles ocultados en la cámara oscura durante medio siglo, y que
ahora reaparecen con olor a naftalina? El abandono a su suerte de don Eladio
cuando fue separado del puesto de director espiritual es un hecho sin explicar;
también las estrategias de agitación. ¿Firmaron los profesores? Tenemos ante
nosotros un relato cuya única pretensión es que lo negro sea blanco, y lo
blanco, negro.
Reseñar que la narración de don Feliciano arrastra
contradicciones y verdades a medias. ¿Cuántas? Pongo un ejemplo: si retiran de
su cargo en
octubre de 1969 a don Eladio, ¿por qué no se solidariza y dimite? Por otro
lado, conocer únicamente la versión de una parte (don Emilio no puede hablar)
es lo que menos conviene a la hora de traer luz al ya turbio presente. Y añado
un dato en torno a las firmas de apoyo: fueron obtenidas casa por casa,
invadiendo la intimidad de los hogares. Recuerdo muy bien aquel verano del 70
en que visitó a mis padres el cura de Vega. Me pregunté siempre la razón de
aquella visita: ya tengo la respuesta. En cambio, no la tengo para explicar el
silencio del equipo docente.
Hecho relevante. “Al comenzar el curso
1969-70, don Emilio me llamó a su despacho para decirme que había que sustituir
al director espiritual del Colegio, don Eladio Fernández Martínez, por un
sacerdote salesiano de La Robla. Me opuse a ello y dio marcha atrás en su decisión, pero esta falta de acatamiento por
mi parte, a lo que don Emilio no estaba acostumbrado, contribuyó al principio
del fin de mi estancia en Santa Lucía al frente del Centro escolar” (don
Feliciano)… “En septiembre pasado (1969) vimos con extrañeza que D. Eladio era inexplicablemente apartado de
toda labor en los colegios. Sabemos que nuestros hijos estaban muy
contentos con sus clases. Supuestas estas razones, creemos que D. Eladio debe
permanecer como sacerdote entre nosotros” (Junta Vecinal)…
Si don Emilio dio
marcha atrás en su decisión, ¿por qué la Junta Vecinal dice que Don
Eladio fue apartado de toda labor en los colegios
en septiembre de 1969?
Como
no digiero apreciaciones subjetivas (ni de las otras) sin una previa
elaboración de lo que fue aquel trienio
¿liberal?, veamos algunos puntos:
-“Pensaban que
tenían derecho a opinar, a ser consultados”, dice refiriéndose a los
padres de los alumnos. Juro que no lo entiendo. Me cuesta imaginar que alguien
sepa lo que piensan los prójimos, y menos, los progenitores. Yo, que pasé
muchas horas intensas junto a los míos, nunca supe lo que pensaban. Con las
arrugas he podido deducir algo; no mucho. En fin. Pero todos
intuimos lo que pensaban los papás de los sesenta: cualquier cosa menos que les
pidieran opinión. Ellos querían un futuro mejor para sus hijos. ¿Cómo?
Protestando no, desde luego.
-“La Empresa actuaba en defensa de sus propios
intereses”. Si fuera como dice, la vocación social del principal rector
de la HVL no habría existido:
"Desde que D. Emilio del Valle se
enfrenta y se incorpora al mundo del trabajo, predomina en él un sentimiento de
solidaridad, de auténtica caridad social y cristiana para con sus compañeros de
tarea. Sus trabajadores no son apéndices de un complejo industrial, sino
porciones vivas de una gran familia, implicadas en la propia prosperidad, que
es consecuentemente la de la Empresa. D. Emilio sabe que el obrero es ese ser
portador de valores eternos al que no se le puede marginar del cuadro general
de beneficios sociales a que la industria da lugar. D. Emilio no es un
empresario que trabaja, que se afana, que se sacrifica por la simple ganancia,
sino por la creación; y conoce que no hay creación, que no hay obra bien hecha,
sin la alegría de cuantos contribuyen a su ejecución.
“Y, convencido de esto, levanta escuelas, viviendas, salas de recreo, campos de deportes; construye hospitales, Escuelas Profesionales, dispositivos de prevención, de seguridad y de higiene. Y en las proporciones asombrosas que le permite su capacidad humana, construye en La Robla, en Santa Lucía, en Ciñera, el más grandioso y también el más positivo tinglado social."
“Y, convencido de esto, levanta escuelas, viviendas, salas de recreo, campos de deportes; construye hospitales, Escuelas Profesionales, dispositivos de prevención, de seguridad y de higiene. Y en las proporciones asombrosas que le permite su capacidad humana, construye en La Robla, en Santa Lucía, en Ciñera, el más grandioso y también el más positivo tinglado social."
-“Las familias de
los alumnos valoraban positivamente la actuación del director del centro”.
Lo dice como si hubiera realizado encuestas entre las mismas. Posiblemente, la
mayoría desconociera el nombre del director.
-“No le convenía a
la Empresa una educación emancipadora, que despertara el pensamiento crítico de
los alumnos y de las familias”. Esto parece de los más rousoniano;
de Rousseau, un gran amante de la infancia, cuya principal filantropía era
deshacerse de sus vástagos por el método del torno... ¿Insinúa que a la sombra
de la Peña el Castro existía un nuevo Summerhill? (…)
Para qué más vueltas. El colegio era de
la empresa y podía colocar en la dirección a quien le diera la gana. Y si nadie
protestó el modo arbitrario a la hora de nombrar director, no veo razonable
tanto jaleo cuando se aplica el mismo criterio para destituirlo. No es de
recibo que, tras medio siglo, se intente deslegitimar una decisión (acertada)
en base a derechos inexistentes. Otra cosa hubiera sido acceder al puesto mediante
concurso; pero no fue así: (a propuesta de don Eladio) fue llamado a Santa Lucía en
septiembre de 1967 para echar a andar un nuevo colegio. Además, perder
un trabajo no es tan grave: buscamos otro; y a veces, no hay mal que por bien no venga.
Sin
entrar en valoraciones sobre personas, eso jamás, creo que la vida,
suficientemente difícil para todos y cada uno de los mortales, no deberíamos complicarla
mirando por el retrovisor con el puño apretado.
“Lector, sujétate a los hechos”
(Dickens).
DESPEDIDA
Y CIERRE
El
11 de septiembre de 2018 abrí un grupo en Facebook; su nombre: ANTIGUOS ALUMNOS DEL COLEGIO SANTA BÁRBARA, SANTA LUCÍA
DE GORDÓN (1967-1970). Esta iniciativa, pequeña historia de nueve
meses (y medio), dio a luz la recuperación de muchos instantes perdidos; sin
embargo, tuvo un abrupto final,
parecido al del colegio en 1970. Contaré mi parecer al respecto, tratando de
seguir la secuencia de una revuelta
diminuta, reflejo de un estilo en la resolución de conflictos.
Esta fue mi publicación cuando ya el
vino agriaba:
SIN FAVOR
Reconozco
mi yerro: remar contra corriente no es otra cosa que hablar por hablar. Ya no
remaré río arriba; ya no retorceré raíces en el farragoso ruedo de los
microclimas en prosa. Me rindo. Barro, tierra, lar de mi renqueante pensar:
¡Abur!
Una fotografía me trajo a un viaje cuya
trayectoria queda incompleta. Sin embargo no ha sido estéril; bien mirado, ha
merecido la pena. Hemos conseguido situar en el mapa un proyecto educativo
desconocido para muchos, y hemos repensado historias de hace medio siglo.
Arrancando un día y otro de las garras del olvido, y recuperando fragmentos de
una infancia dormida para siempre allá, entre grietas de viejas casas, junto a
hormigas y arañas, hemos enterrado la ignorancia. Nunca jamás añoraremos aquellos
años. Esta pequeña odisea, cuyo periplo ha consistido en fósiles gráficos,
desencuentros ideológicos y lóbrego carbón, llega (por fin) a Finisterre. Lo
raro hubiera sido no fracasar: un "ritorno" en busca del charco
perdido es siempre un canto de sirena. En el zaquizamí de otoño, sobre una
galera de ceros y unos, hemos alimentado esa noria interior que nos alivia la
sed.
Todo se ha desarrollado sin excesivos
problemas; aunque volver, reflotar lo que duerme sedimentado en el fondo del
mar Muerto sea imposible. Comprendo las peleas dialécticas y también comprendo
que alguien haya perdido las buenas formas dedicándome palabras (y gestos) con
intención de ofender (intento que murió, sin alma, diluido en un océano de
indiferencia). Y en esto llegaron los "traviatos" de la política,
ingenieros del "lento suicidio de un pueblo que, engañado por garrulos
sofistas, hace espantosa liquidación de su pasado, escarnece a cada momento las
sombras de sus progenitores y reniega de cuantos en la Historia lo hicieron grande”
(Menéndez Pelayo).
A Dios gracias, todas las heridas
terminan cerrándose. Quiero agradeceros vuestro concurso y presencia, y pediros
un reconocimiento especial para Don Feliciano por las entrañables fotografías
compartidas. Queda este lugar de Facebook abierto mientras nuestro director del
SANTA BÁRBARA (1967-1970) lo considere necesario. Sólo decir que mi tarea de
administrador ha sido una experiencia interesante.
Como final, un tierno abrazo a un ayer
cargado de cosas de guajes, del pueblo y sus montañas; cosas que llenaban
estómago y vaciaban corazón. Y un adiós galdosiano a un deseo:
Retumbó el fracaso en el silencio de un
insólito grupo; el reencuentro, dando tumbos en un evento vacío, cayó de cabeza
en el olvido y rodó seco hacia el abismo, sin que su aliento durase más que los
segundos necesarios para decir: “Pues… sí… sin favor”.
Recupero estas palabras: Queda este lugar de Facebook abierto mientras nuestro
director del SANTA BÁRBARA (1967-1970) lo considere necesario. Las
escribí pensando que debía ser él quien pusiera el broche de oro. Pero no fue
así: de manera inesperada inició un interminable final de trayecto. Armado de
paciencia, pues se trataba de reiteraciones y malestar bilioso, guardé silencio.
Hasta que llegó el folletín nº 4 (Firmas a favor de la continuidad del
director) y ya no pude candar mi boca. Ver la firma de mi pobre madre,
fallecida el pasado noviembre; ver que, tras diez lustros, era recuperada junto
a otras para demostrar sabe Dios qué, me sacó de quicio y salté:
Ya me había puesto a un lado (que no de
lado) pero héteme aquí de nuevo. Esperaba desde mi retiro la orden para cerrar
el grupo, según acuerdo fundacional; sin embargo, parece que aun muerto se
resiste a que lo entierren. Seamos cuerdos: no da más de sí la cosa. No
entiendo qué sentido tiene insistir sobre lo mismo una y otra vez; no entiendo
qué sentido tiene abrir heridas y dejar que hablen. Por tanto, anuncio el
cierre para el próximo 1 de julio. Muchas gracias.
Añadiendo algunos
comentarios según iban brotando las réplicas:
En el principio de nuestro grupo existía
el compromiso y el compromiso estaba con nosotros y el compromiso éramos
nosotros. Todo se hizo por él y sin él no tiene sentido alimentar el país de
las maravillas. “ El encuentro
físico podría celebrarse en mayo o junio del próximo año, con tiempo suficiente
para prepararlo… Tras el encuentro, cumplido el principal propósito, el Grupo
como tal quedaría disuelto” (don Feliciano). Esta fue nuestra palabra.
Entiendo que no corren tiempos para la
responsabilidad. Jugamos “con” el balón pero no “al” balón; amamos un mundo feliz en cuyo seno las reglas
sean “al gusto”; creemos tener derecho a cambiar los compromisos en función de
las hormonas. No. Radicalmente no”.
Daba por terminado el último capítulo de
una historia vieja (1967-1970), diez lustros dormida en un cajón de sastre.
¿POR
QUÉ NO? Quedaba en la recámara un inesperado CAMBIO DE PLANES. Fue la
última publicación de don Feliciano:
Cuando, a propuesta de Benjamín,
decidimos él y yo poner en marcha este grupo, lo planificamos con carácter
temporal. Sus objetivos eran: reencontrarnos con los antiguos compañeros
después de tantos años, recordar entre todos aquellos tres primeros años del
Colegio Santa Bárbara y celebrar un encuentro personal en mayo o junio, lo más
numeroso posible, en Santa Lucía. Cumplidos estos objetivos (bueno, alguno
resultó fallido), el grupo se cerraría.
Este era el plan, y de ahí el escrito de
despedida que publiqué hace unos días. Pero los planes no siempre son
"dogmas de fe"; algunos, al menos, se pueden cambiar sobre la marcha,
si así lo pide la mayoría, sin que exista contradicción alguna. Si hay personas
dispuestas a continuar con el grupo porque lo consideran interesante, ¿por qué no hacerlo?
POR
QUÉ NO PUEDE:
Olvida don Feliciano que mudar no es seguro de acertar. Olvida
don Feliciano que mi propuesta de abrir un grupo no le gustaba, cosa que no
menciona. Olvida don Feliciano que puede, si así lo desea, organizar un nuevo
espacio en Facebook para su vieja corte.
Olvida don Feliciano que no estoy dispuesto a regalar una iniciativa de mi
cosecha para un trajín contaminante.
Y
con este olvida
final, el domingo 1 de julio de 2019, sellé la puerta.
POSTILLA
En
un artículo de La Nueva Crónica leí esto: “Feliciano Martínez Redondo,
director del Colegio de la Hullera en Santa Lucía hasta que lo removiera la
empresa, estrechamente ligado a Eladio”,
cuya frase última despierta mi curiosidad. Por lo siguiente: (a propuesta de
don Eladio) “fui llamado a Santa Lucía en septiembre de 1967 para echar a andar
un nuevo colegio” (el entrecomillado pertenece a una publicación de nuestro
viejo director). Eladio Fernández Martínez
propone a don Emilio, como director, a Feliciano Martínez
Redondo. Martínez es un apellido muy común;
pero, no puedo evitar la pregunta: ¿Cómo de próxima era la relación? ¿Parientes?
Y
como decía mi viejo amigo de la infancia, Porky-Porky Pig,
"Esto es todo, amigos"
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