“Un aldeano que toma el gusto a los ochavos y sueña con trocarlos en plata, para convertir después la plata en oro, es la bestia más innoble que puede imaginarse; porque tiene todas las malicias y sutilezas del hombre y una sequedad de sentimientos que espanta… Contando por los dedos, es capaz de reducir a números todo el orden moral, y la conciencia y el alma toda.” (Galdós. “La familia de piedra”, capítulo IV de MARIANELA.)
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